lunes, 9 de marzo de 2015

Caminos hacia la escuela

Estoy de nuevo por aquí. Tras un tiempo desconectado vuelvo al blog (más vale tarde que nunca) y a lo "grande". Bicheando por internet he encontrado una noticia que ya fue publicada hace unos meses en un diario nacional, donde salían varias fotografías sobre los caminos que tienen que hacer diversos niños a la hora de asistir a la escuela. Aquí os adjunto varias de ellas. 


En la región brasileña del Sertão, al norte del país, los niños van a la escuela en burro, en caballo o carromato. La familia Oliveira vive en un pequeño asentamiento rural de sólo seis viviendas cercano a Serra Talhada. Fabricio y sus primos Mateus, Márcia y Maiara recorren cada día siete kilómetros de distancia a lomos de sus borricos para llegar al colegio de Extrema. 75 minutos espoleando a los animales para que aceleren el paso a través del desértico paisaje y llegar puntuales a clase.

Vivir en un país en conflicto armado complica, y mucho, el acceso a la educación. Amal al Torchani tiene 11 años y vive en Misrata (Libia). Cuando fue tomada esta imagen su recorrido hasta el colegio estaba marcado por los combates. Su hermano Salem encontró en el camino un objeto redondo con el que se puso a jugar como si fuera una pelota. La explosión mató a su primo Ali y a su hermana mayor Omasad. Amal lo presenció y desde entonces tiene pánico ante cualquier ruido parecido a una explosión. Todas las mañanas Amal, sus hermanos y primos, que viven en la casa de al lado, suben a un destartalado autobús camino de la escuela Abdalah Ben Abbas que, a causa de la destrucción de muchos centros, tuvo que doblar el número de alumnos.

Vivir en un país en conflicto armado complica, y mucho, el acceso a la educación. Amal al Torchani tiene 11 años y vive en Misrata (Libia). Cuando fue tomada esta imagen su recorrido hasta el colegio estaba marcado por los combates. Su hermano Salem encontró en el camino un objeto redondo con el que se puso a jugar como si fuera una pelota. La explosión mató a su primo Ali y a su hermana mayor Omasad. Amal lo presenció y desde entonces tiene pánico ante cualquier ruido parecido a una explosión. Todas las mañanas Amal, sus hermanos y primos, que viven en la casa de al lado, suben a un destartalado autobús camino de la escuela Abdalah Ben Abbas que, a causa de la destrucción de muchos centros, tuvo que doblar el número de alumnos.

Y nosotros nos quejamos de andar por la calle con el frío valverdeño..







3 comentarios:

  1. Impresionante y aterradora verdad... tenemos mucho de lo que estar agradecidos y mucha pena de aceptar que el ser humano en gran parte es destructivo.

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  2. ¡Hombre! pensé que te habías olvidado de nosotros... Creo que hubo una entrad muy similar hace tiempo, quizás el blog de Jesús...

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  3. Desagradables imágenes!!
    No sabemos la suerte que tenemos muchas veces de tener todo lo que tenemos y no saberlo valorar.
    Un saludo Dani

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