lunes, 6 de octubre de 2014
La diferencia entre necesidad y deseo.
Que un hijo quiera una bicicleta nueva, que la hija quiera una muñeca no está mal. Todos queremos ciertas cosas que nos gustaría tener, pero cuando esos deseos se salen de control, los padres deben limitar el exceso de antojos de sus hijos. Sus demandas aumentan entre los 7 y los 10 años, debido al cambio cognitivo que les permite ser más conscientes de otras circunstancias que son diferentes a las propias y, como resultado de ello aparecen las comparaciones entre lo que tienen y lo que otros niños, amigos y compañeros tienen.
Una forma de enfrentar tales demandas es ignorarlas, dejarlas pasar como algo que se le ocurre al niño en ese instante y ya se le olvidará, sin embargo, una mejor sugerencia es redirigir al niño y usar un sistema de listados a través del año para ir colocando en orden de prioridad lo que cada miembro de la familia necesitará. De esta manera los niños se darán cuenta de que no todo está siempre al alcance de la mano y que, a veces, tanto los padres como los hijos tienen que prescindir de ciertas cosas que quisieran tener.
Hay que hacerles ver que todos tenemos necesidades, deseos y que los padres sí tratan de satisfacer esas necesidades de sus hijos, pero que sería imposible que puedan hacer lo mismo con sus deseos pues hay cosas que, por más que quieran darles no están a su alcance y, si pudieran hacerlo de alguna manera, no estarían haciendo algo bueno porque acostumbrarían a los hijos a que se les conceda todos sus caprichos y, más tarde en la vida, cuando no puedan ser los padres los que les dan todo lo que se les ocurre, sus frustraciones terminarían siendo un peligro para una existencia sana y tranquila.
Además, nos ha tocado vivir dentro de una sociedad impulsada por el consumo, que no hace diferencia entre lo que realmente se necesita para sentirse cómodo, sano y seguro y lo que creemos que tenemos que tener para ello. Mucho cuidado con esto, pues los padres pueden excederse en sus complacencias y eso causaría efectos nocivos en sus hijos.
Frases como "mi hijo necesita tener muchos juguetes para ser creativo", "no puedo soportar las lágrimas de mi hijo y sus berrinches, especialmente cuando estamos de compras", "esperé mucho tiempo para tener a mi hija y tengo derecho de mimarla si quiero", "trabajo largas horas y paso poco tiempo en casa, así que trato al menos de complacer a mis hijos en todos sus caprichos", son no solo inadecuadas sino absurdas, mucho cuidado con ello pues más tarde será difícil cambiar a los niños que han sido mimados en exceso y se han acostumbrado a tener todo lo que desean.
En mi opinión, como bien dice el título de esta entrada, debemos, o al menos deberíamos, conocer la diferencia entre las necesidades y los caprichos de un niño. Está demostrado que cuánto más damos a los niños, más quieren. Si acostumbramos a los niños a darles todo lo que piden, vamos a crearles una conducta muy negativa que aumentará conforme pasen los años, siendo casi imposible poder corregirlas. En programas televisivos, ejemplo de "hermano mayor", vemos los casos de adolescentes que se comportan de una manera agresiva y discriminatoria hacia sus propios padres por no darles lo que piden. Estoy seguro que si en la infancia hubiesen comprendido las diferencias entre necesidad y deseo, no se hubiera llegado hasta tal punto. Me despido diciendo que, veo bien que se le den algunos caprichos a los niños, pero de vez en cuando, no rutinariamente, si no, nos costará mucho corregir tal conducta en un futuro.
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